miércoles, 2 de octubre de 2013

LA LETRA CHICA DEL CONTRATO


Mi suerte estaba echada. En este negocio, “quedarse con un vuelto” es sinónimo de muerte. Lograron su objetivo pero no les resulto fácil. Además de llevarme a varios conmigo, no pudieron atraparme con vida. Nadie sabe dónde está el dinero. Me lleve el secreto a la tumba. Sabiendo  cual era mi destino, decidí jugar mi última carta.
Desde chico estuve rodeado de gente que practicaba “magia negra”, “ocultismo” o como quieran llamarle pero nunca me intereso. Lo mío siempre fue lo terrenal: nada de dios, espiritualidad y esas cosas. No tenía nada que perder salvo mi alma. La cuál no estaba muy seguro de poseer. En caso de ser cierto el asunto del cielo y el infierno… ya tenía asegurado mi lugar… no precisamente junto a Dios. 

Me acerque a la casa, convertida en algo parecido a un templo, de Jaö. Un amigo de la infancia. En el barrio, todos evitan el lugar. Desde chico andaba en esa movida. Ahora tenía su lugar totalmente decorado con extrañas figuras, iluminado solo con velas. Le comente mi situación y le propuse el trato. Me miró fijamente por unos minutos para luego aceptar con una sonrisa. 

No fue una gran ceremonia. Me corte la palma de la mano y sostuve una estatua de extraño aspecto. Mientras la sangre brotaba y bañaba la figura, Jaö recitaba en un idioma que no comprendía. Una semana después vinieron por mí y ya saben lo que sucedió.
Es curioso, ahora recuerdo claramente un asado en donde conocí a un sepultador.  Cuando era adolecente empezó a trabajar en el cementerio y con el tiempo, noto que los cuerpos tardan mucho más en descomponerse que antes. Según su teoría, era por la gran cantidad de conservantes que tiene los alimentos. Los conservantes continúan actuando en nuestros cuerpos aún después de muertos. Realmente espero que sea cierto porque el trato todavía no se cumplió. Sigo esperando en la nada misma, la oportunidad de volver a vivir. Aquí solo hay oscuridad y más oscuridad. No sucedió como esperaba. Estoy empezando a pensar que me engaño, que el trato tenía unas cláusulas que no me dijo. La famosa “letra chica”.



Dibujo realizado por Giuliano Lorca (www.facebook.com/Giulianoenelmundo)

lunes, 19 de agosto de 2013

Las Bolsas del Hambre



Después de dos meses de buscar por fin conseguí trabajo, ya me quedaba poco dinero. Entre como empleado de limpieza en una empresa de catering. Me toco el horario nocturno, por lo tanto quedábamos en el lugar el vigilador y yo. No teníamos prácticamente contacto, él no se podía mover de la entrada. No era una labor difícil. La elaboración de comida exige cierto orden y limpieza, solo me limitaba a dejar en condiciones las instalaciones y sacar la basura.

Las bolsas se tiraban en un conteiner ubicado en la parte trasera de la empresa. Siempre las sacabas antes de irme. No recuerdo con exactitud cuándo comenzó, pero cada noche lo primero que tenía que hacer  era levantar toda la basura alrededor del conteiner. En busca de las sobras rompían las bolsas y quedaba todo tirado.


No me gustaba levantar la basura, así que decidí esperar a quienes buscaban comida en el conteiner. Les propondría sacar  las sobras en una bolsa separada. De esta forma evitaría limpiar el desorden que provocaban. Debía hacerlo con cuidado, sin que se entere el vigilador ya que estaba prohibido, las sobras comestibles debían tirarse.

Para mi sorpresa, los que rompían las bolsas eran dos chicos, debían tener alrededor de 12 años y lucían como los típicos chicos de la calle. Me acerque y les comente mi plan, asistieron con la cabeza. De a partir de ahora, la bolsa blanca contendría las sobras. No pronunciaron ninguna palabra, tomaron las sobras y se fueron. Me dedicaron un tímido saludo con la mano.

A espaldas del vigilador, la entrega de la bolsa blanca continúo normalmente. Antes de irme, los dos chicos me esperaban al lado del conteiner. Sacaba las bolsas, entre ellas la blanca; los saludaba con un gesto y me dirigía a la parada del colectivo.

Al llegar al trabajo, el vigilador me comento que por un par de días la empresa no funcionaría. Tareas de mantenimiento. De todas formas, yo continuaba con mi rutina habitual. Antes de irme, voy al conteiner. Me esperaban los dos chicos. "Muchachos, hoy no hay nada. Por dos días, esta todo parado porque están trabajando los de mantenimientos"

Asistieron con la cabeza y se fueron. En la parada del colectivo me los vuelvo a encontrar, sentados en los bancos, estaban aspirando pegamento. "Chicos, que hacen?! No sabes que eso te hace mierda!! Que son, Boludos!!!!". El que esperaba que su compañero le pase la bolsa, se animo a contestarme "es que nos saca el hambre". No dije más nada…. Solo me limite a esperar el colectivo.